Cómo la luz natural puede ayudar a prevenir el Parkinson: lo que dice la ciencia

La luz natural: un regulador fundamental del organismo humano 

Antes de hablar de la enfermedad de Parkinson, es esencial recordar el papel vital que desempeña la luz natural en toda la población.

Cada mañana, la exposición a la luz del día reinicia nuestro reloj biológico interno (también llamado ritmo circadiano). Sincroniza nuestros ciclos de sueño, estimula la atención, mejora el estado de ánimo, favorece la producción de serotonina y regula la secreción de melatonina por la noche. También participa en la síntesis de la vitamina D, indispensable para los huesos, el sistema inmunológico y las funciones cerebrales.

Varios estudios han demostrado que la falta de luz natural está asociada a un aumento de los trastornos del estado de ánimo, del sueño, del metabolismo y de la cognición, incluso en personas sanas.
 

Los efectos nocivos de la luz artificial 

Por el contrario, no todas las fuentes de luz son iguales. La exposición excesiva a la luz artificial —especialmente por la noche— altera nuestros ritmos biológicos. Desincroniza nuestro reloj interno y puede provocar trastornos del sueño, fatiga crónica e incluso una alteración de la plasticidad cerebral.

En una revisión muy completa publicada en Brain Research Bulletin, los investigadores subrayan que ciertos tipos de luz artificial, como los tubos fluorescentes o las pantallas LED, pueden causar estrés oxidativo en el cerebro y alterar la regulación de la dopamina. En roedores expuestos durante largos periodos a luz artificial, los investigadores observaron una pérdida de hasta el 30 % de las neuronas dopaminérgicas en la sustancia negra, una zona clave en la fisiopatología del Parkinson.

Además, la exposición excesiva a la luz artificial disminuye la secreción de melatonina, lo cual es especialmente problemático. Más allá de su papel bien conocido en el sueño, la melatonina posee propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, muy importantes para las personas con Parkinson.

Dado que el estrés oxidativo y la inflamación crónica son dos mecanismos fundamentales en la progresión de la enfermedad, varios estudios han explorado el potencial neuroprotector de la melatonina. Una investigación publicada en Neurobiology of Aging, realizada con modelos animales, reveló que niveles elevados de melatonina pueden reducir el daño oxidativo en la sustancia negra y proteger las células dopaminérgicas.
 

Luz solar y prevención de la enfermedad de Parkinson

¿Y si la exposición diaria a la luz natural desempeñara un papel preventivo frente a algunas enfermedades neurodegenerativas?

Esto es precisamente lo que sugiere un amplio estudio de cohorte realizado con más de 375.000 participantes del UK Biobank. Los investigadores observaron que las personas que pasaban más de 2 a 3 horas al día al aire libre —especialmente en invierno— tenían un riesgo significativamente menor de desarrollar Parkinson. Cada hora adicional al aire libre se asoció con una reducción del riesgo del 4 al 6 %.

Dato notable: esto es independiente del riesgo genético. Los beneficios de la exposición a la luz solar eran consistentes incluso en personas con predisposición genética al Parkinson. Lo que significa que la exposición a la luz es una herramienta de prevención poderosa y accesible, incluso para quienes tienen mayor riesgo de desarrollar la enfermedad.

Además, un metaanálisis publicado en Medical Science Monitor confirma que incluso una exposición semanal de 15 minutos al sol está asociada a una disminución drástica del riesgo de Parkinson. Estos beneficios podrían explicarse en parte por la activación de la síntesis de vitamina D, que parece jugar un papel preventivo o incluso terapéutico en la protección neuronal.

Por último, un estudio titulado “Vitamina D y exposición al sol en personas con diagnóstico reciente de Parkinson”comparó pacientes recientemente diagnosticados con personas sanas de la misma edad. Resultado: quienes tenían la mayor exposición solar (más de 12 horas por semana) presentaban un 50 % menos de riesgo de padecer la enfermedad.


Luz y dopamina: un efecto medible desde las primeras etapas de la enfermedad

En los primeros años tras el diagnóstico de Parkinson, la exposición a la luz también parece regular varios sistemas biológicos esenciales —en particular la dopamina, la vitamina D y el ritmo sueño-vigilia.

Un estudio publicado en Nutrients (2016) demostró que la luz natural es la principal vía de activación de la vitamina D, mucho más eficaz que la alimentación, y que esta vitamina suele estar deficiente en personas con Parkinson.
El estudio muestra una fuerte correlación entre la luz natural y la actividad dopaminérgica, lo que respalda la idea de que la exposición a la luz no es solo una cuestión de confort, sino un factor biológico activo, capaz de apoyar circuitos neuronales afectados desde el inicio de la enfermedad.

Paralelamente, un estudio de neuroimagen publicado en Movement Disorders (Booij et al., 2023) reveló que, en pacientes con Parkinson en etapa temprana, la disponibilidad del transportador de dopamina (DAT) variaba significativamente según la exposición al sol. Los pacientes evaluados en primavera o verano presentaban niveles más altos de DAT que aquellos evaluados en otoño o invierno.
En otras palabras: cuanta más exposición a la luz natural, más activa parece estar la vía dopaminérgica.

Un estudio más reciente, el PHASE study (Obayashi et al., Sleep, 2024), refuerza estas observaciones analizando la exposición real a la luz de casi 200 pacientes con Parkinson en comparación con más de 1.000 sujetos sanos. Los investigadores demostraron que las personas con Parkinson estaban menos expuestas a la luz durante el día y más expuestas a luz artificial por la noche, especialmente en etapas avanzadas de la enfermedad.

Este estudio muestra que los trastornos del ritmo circadiano no son solo una consecuencia de la enfermedad. Se ha establecido que un sueño agitado es a menudo un signo temprano del Parkinson, y que puede estar relacionado con una falta de exposición a la luz natural y una sobrecarga de luz artificial.
Corregir este entorno se convierte en una estrategia accesible, que puede mejorar el sueño, la vigilia, la cognición y, de forma indirecta, la calidad de vida.


Los efectos positivos de la luz en personas con Parkinson: una vía terapéutica prometedora 

En las personas con Parkinson, los datos sobre la fototerapia (o luminoterapia) son cada vez más convincentes.

Un metaanálisis reciente (Medical Science Monitor, 2022), que agrupa cinco ensayos clínicos, mostró que la terapia de luz:

  • mejora significativamente los síntomas motores (escala UPDRS III),

  • reduce los síntomas depresivos,

  • mejora la calidad del sueño, sin efectos secundarios graves —más allá de ligeras cefaleas o molestias oculares transitorias en algunos casos.

Los mejores resultados se obtienen con luz blanca policromática, aplicada por la mañana y al final de la tarde, en sesiones de 30 minutos, durante varios meses.
Contrario a lo que se podría pensar, una exposición más larga no da mejores resultados: lo que marca la diferencia es la regularidad y el buen dosaje.

En este sentido, conviene recordar que el sol también emite luz blanca con un espectro policromático (es decir, que contiene todos los colores del espectro), por lo que la exposición al sol es en sí misma una forma de luminoterapia natural.


Luz infrarroja: más allá del ritmo circadiano, hacia la neuroprotección 

Finalmente, la luz infrarroja cercana, dentro de una disciplina llamada fotobiomodulación, está atrayendo cada vez más atención de los investigadores por sus efectos neuroprotectores.

Según una revisión publicada en Neural Regeneration Research, este tipo de luz penetra profundamente en los tejidos, estimula la actividad mitocondrial, mejora la circulación cerebral y aumenta la producción de factores de crecimiento neuronal como el BDNF y el GDNF, esenciales para la supervivencia y proliferación de las neuronas dopaminérgicas.

En animales, los resultados son prometedores: los experimentos muestran una reducción de la degeneración dopaminérgica, así como una restauración parcial de las funciones motoras.
Un dato notable: estos efectos beneficiosos aparecen incluso cuando la luz se aplica lejos del cerebro, por ejemplo en el cuello o el abdomen. Esto sugiere un efecto sistémico, posiblemente mediado por el sistema inmune o vascular.

Aunque la fotobiomodulación sigue siendo experimental en humanos en el contexto del Parkinson, estos datos preclínicos abren el camino a un enfoque innovador y no invasivo, destinado a ralentizar la neurodegeneración, y no solo a compensar los síntomas.

Además, ensayos clínicos preliminares publicados en el Journal of Personalized Medicine han mostrado mejoras significativas en síntomas motores y no motores —como la marcha, el equilibrio, el sueño o la cognición— sin efectos secundarios destacables. Algunos participantes mantuvieron los beneficios durante un año, y los tratamientos pueden incluso realizarse en casa con cascos de luz LED.
 

En conclusión: Reintegrar la luz como aliada de nuestra salud

No se trata de afirmar que la luz sea una solución milagrosa para el Parkinson. Pero los datos convergen: una exposición adecuada a la luz natural tiene efectos beneficiosos a múltiples niveles, ya se esté sano, recién diagnosticado o en tratamiento.

Donde el abordaje tradicional del Parkinson a veces carece de soluciones simples, la luz se convierte en una herramienta clave de salud ambiental —gratuita y accesible para todos— siempre que se use con discernimiento: luz del día sí, contaminación lumínica no; ritmos naturales sí, pantallas nocturnas no.

Por ello es esencial salir al exterior: caminar, cuidar el jardín, sentarse unos minutos al sol en un balcón o realizar cualquier actividad bajo la luz natural. Especialmente en verano, conviene evitar las exposiciones prolongadas a los rayos UV y priorizar las horas suaves de la mañana o del final de la tarde.

Reintegrar la luz en nuestras estrategias de prevención y acompañamiento es reconocer el poder de lo vivo y de la naturaleza.
Un simple paseo, o sentarse en un banco al sol, ya puede ser una forma de cuidarse.
Reconectarse con el sol, por sencillo que parezca, puede ser ya una forma esencial de bienestar.

Este contenido puede ser importante para las personas que necesitan esta solución natural. ¡Gracias por compartir!

Facebook
Twitter
LinkedIn
VK
Telegram
WhatsApp
Email

Al hacer clic en el botón a continuación, salgo del sitio de información:

Aviso de exención de responsabilidad: Tenga en cuenta que este blog proporciona información sobre nuestro suplemento dietético AtremoPlus y temas relacionados.

Este blog no está destinado a proporcionar consejos médicos. Si tiene preguntas médicas, comuníquese con su profesional de salud.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *